I rote this short story because Juliamilk, one of my Spanish friends here, asked me to write something in Spanish for our compatriots and other Spanish speaking girls who can be interested. So, here it is...
Amigas, vuestros comentarios serán apreciados.
Maura
AMIGAS EN GRUPO
Éramos un grupo de ocho amigas lesbianas o bisexuales. Algunas nos conocíamos desde el colegio, otras desde la Universidad o el trabajo. Llevábamos una estupenda relación, nos acostábamos con unas y con otras y con frecuencia montábamos fiestas en las que acabábamos con sexo a tope.
Había dos que, aunque aparentemente se llevaban de miedo, tenían una rivalidad nada encubierta. Eran las menores del grupo, aunque ya tenían 23 años, cuerpos bien formados, incluso algo “llenitas”, y buenos pechos. Una era morena, Rocío, la otra pelirroja, Gracia. Si una presumía en el grupo de haber hecho una escalada alta y difícil, la otra presumía de sus inmersiones submarinas a grandes profundidades. Las dos iban siempre vestidas para matar, se examinaban una a otra con mirada crítica. Si había una discusión en el grupo, siempre las dos tomaban partidos diferentes. Todo con buenas maneras, sonrisas sinceras y buen rollo.
Hasta el día en que Rocío dijo que ella tenía más fuerza que Gracia. Fue cuando estábamos moviendo un arcón en casa de una de nosotras, y Rocío dijo: “Dejadme que soy más fuerte”. Gracia estaba entre las que movían el arcón y saltó: “No más que yo, desde luego”. “Eso habría que verlo”, retrucó Rocío. “Cuando quieras guapa”, se encaró la pelirroja. “Eh, chicas, vamos a terminar de mover esto y luego medís vuestras fuerzas si queréis”, dijo Merche, la dueña de la casa, riendo y tomándoselo a broma.
Pero las dos iban en serio. En cuanto terminó el movimiento, las dos se pusieron nariz con nariz. “Te echo un pulso”, “De acuerdo”. Las dos estaban, como muchas de las otras, en camisetas ajustadas, que les marcaban los grandes pechos y resaltaban los pezones bien puntiagudos. Las rodeamos cuando se sentaron a la mesa del comedor, se colocaron en posición con los codos en la mesa y agarraron las manos. Fue increíble. Tenían ambas unos músculos bien trabajados del deporte, que la mayor parte de las demás practicábamos poco. Parecía que Rocío iba a doblegar a Gracia, pero ésta recuperaba la vertical. Las dos empezaron a sudar y no hubo medio de que ninguna doblegase el brazo de la otra. Fue Juanita, la mayor del grupo quien dijo: “Sois igual de fuertes, ¿por qué no peleáis a ver quién domina a la otra?”. Sin soltar las manos, Rocío dijo: “Tal vez sea una buena idea”, y Gracia repuso: “Por mi encantada”. Las demás, entre risas, aplaudimos. Pensamos que sería otra de nuestras diversiones.
Merche dijo que en el centro del salón. Separó unos sillones e hizo espacio encima de la alfombra. Las dos contendientes, sonriéndose, se quitaron las camisetas, dejando al aire sus magníficos pechos con los pezones duros por la excitación, y se quitaron también las faldas, quedando en tangas que dejaban escapar por los lados pelos de sus peludas pelvis.
Entre las aclamaciones de todas, se lanzaron una contra otra, sus tetas chocaron, aplastándose, sus brazos rodearon los atléticos cuerpos, sus piernas se abrieron y todas asistimos a un desafío de fuerza. Como había pasado en el pulso, ninguna conseguía doblegar ni derribar a la otra. De pronto, cuando Rocío clavó sus largas uñas en la espalda de Gracia, ésta gruñó de dolor, agarró los pelos de la morena y tiró fuerte. Rocío gritó y, sin más, soltó una bofetada a la pelirroja, que contestó con otra y desde ese mismo momento, la pelea tomó otro cariz. Las dos se arañaron, se pegaron bofetadas, se mordieron y, por fin, cayeron rodando una encima de otra a la alfombra. Se habían encorajinado y lo que parecía una pelea de fuerza entre amigas se estaba convirtiendo en algo más fuerte. Se empezaron a pegar palmadas en las tetas y a dar rodillazos en las piernas, se arañaban más y las dos rugían y se revolcaban sudorosas.
De pronto, sus muslos se cruzaron, empezaron a restregarse los coños bajo los tangas, se los arrancaron quedando desnudas, se agarraron de las manos y convirtieron la pelea en una lucha de sexos peludos y, a esas alturas, olorosísimos, mientras nosotras mirábamos con ojos como platos, excitadas, respirando agitadas ante el espectáculo de aquellas dos jóvenes hembras acaloradas, amigas y rivales.
Tuvieron dos orgasmos casi consecutivos antes de separar sus coños, besarse y decirnos Rocío: “Nada, chicas, no sabemos quien es más fuerte”. “Ni más caliente”, añadió Gloria.
Esa tarde, el sexo entre el grupo fue el mejor en mucho tiempo.