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Mi dulce esposa II

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Offline Dario

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Mi dulce esposa II
« on: June 06, 2024, 06:45:10 PM »
Esta historia es la continuación o revancha , años despues, de lo relatado en:

https://www.freecatfights.com/forums/index.php?topic=111607.msg732067#msg732067





RUTH{alt}
CONCHITA{alt}




Ruth y su marido Darío llegaron pronto a las fiestas del pueblo. Era primera hora de la noche cuando la pareja se adentró en la plaza del pueblo donde estaban instalados los tiovivos la noria y distintos puestos de comida y bebida que animaban y amenizaban las fiestas locales del pequeño pueblo
Ruth una madura rubia que intentaba conservarse atractiva y sexy con mucho maquillaje,y procurando elegir la ropa adecuada conseguía tener una apariencia interesante. La plaza a pesar de ser temprano ya estaba llena de gente, la multitud de habitantes del pequeño pueblo la llenaba y todo el mundo intentaba divertirse cada uno a su manera
Cuando llevaban allí aproximadamente media hora entre la multitud divisaron a una antigua  conocida.  Se trataba de Conchita, conocida en el pueblo como la culebrilla. 
 La pequeña hembra de pelo castaño rizado era una clásica  rival de Ruth pues las dos habían tenido muchos años atrás una pelea que había sido el escándalo del pueblo durante aquel lejano verano.
Darío observó inmediatamente que Conchita iba como Ruth, elegantemente vestida para la fiesta y también que a pesar de su pequeño tamaño la culebrilla seguía siendo una mujer extremadamente atractiva con curvas bien proporcionadas que la hacían destacar. Darío no pudo evitar pensar que la culebrilla seguía siendo más atractiva  que su mujer.
Unos segundos después ya estaban cerca y Darío notó inmediatamente cómo se tensaba el cuerpo de su esposa  al darse cuenta de que la culebrilla estaba a su lado. Desde la pelea hacía ya tanto tiempo las dos habían coincidido muchas veces en el pequeño pueblo pero jamás habían vuelto a dirigirse la palabra
La culebrilla como siempre hacía cuando se encontraban sonrió con simpatía a Darío y miró fugazmente de forma divertida a Ruth.  Esta, como siempre ocurría también, puso un gesto serio y duro pero no dijo nada.
En la plaza varias personas miraron con humor el encuentro casual  de Ruth y Conchita. Cuando las dos pelearon tantos años atrás todo el pueblo se enteró y fue la comidilla local durante meses. Hombres y mujeres, niños y mayores se enteraron de cómo las dos chicas se habían enfrentado como dos lobas y solo una de ellas había prevalecido. La paliza que Conchita había dado a Ruth fue contada una y mil veces por los habitantes del pueblo que en su mayoría apoyaban a la pequeña, divertida y atractiva Conchita.
Durante años las dos mujeres habían seguido viviendo en el pueblo hasta que Conchita se mudó a la ciudad para desarrollar allí su trabajo de enfermera. Desde entonces volvía esporádicamente al pueblo, casi siempre en Navidad y el día de la fiesta patronal, como era el caso.
En el pueblo durante los primeros meses e incluso años se esperaba una revancha, pero poco a poco fue quedando claro qué Ruth había aprendido la lección de que la menuda y fiera enfermera era demasiado hembra para ella y que la paliza que recibió podía volver a repetirse en una nueva pelea.
Dario sabía perfectamente que su mujer seguía obsesionada con aquel suceso. Ruth había provocado aquella pelea sabiendo que su tamaño y superior fuerza la daban ventaja pero Conchita no solo la había vencido. La había vapuleado y la había humillado severamente y se preocupó de que todo el pueblo supiera quién era la hembra superior y quién era la perdedora porque la culebrilla contó  a todos los paisanos el resultado del lance.
Durante años Ruth mintió constantemente cuando le preguntaban sobre el tema, explicando a todos que había sido una pelea de mujeres y que las dos se habían golpeado, dando a entender que la pelea había sido una especie de empate. De hecho incluso en algún caso sugirió que fue ella quien llevó la iniciativa. Dario, que había sido testigo privilegiado de la pelea, sabía bien hasta qué punto Conchita había vencido y dominado a su esposa, pero nunca había querido contradecir las falsas versiones de Ruth.
Al cruzarse ahora en la concurrida plaza del pueblo, Darío no pudo evitar sonreír a Conchita que le devolvió la sonrisa con un guiño de ojos. Ruth  inmediatamente captó el gesto y sin contenerse exclamó:
---Ni se te ocurra hablar ni sonreír a esa zorrita.
La expresión de la culebrilla cambió inmediatamente después de escuchar la frase de Ruth. Durante todo el tiempo inmediato a la pelea, las semanas siguientes, Conchita había contado con gracia y detalles todo lo que le hizo a Ruth durante el enfrentamiento, pero cuando se había encontrado con la perdedora en distintos lugares públicos siempre había sonreído magnánima sin querer ya humillarla más. Sin embargo,  el insulto recibido la había molestado y no estaba dispuesta a dejarlo pasar.
Sin mirar a Ruth y dirigiéndose únicamente a Darío, la culebrilla dijo con seriedad:
---Llévate a esa golfa fea a casa o al menos dila que se calle,  no quisiera tener que hacerla llorar otra vez.
Darío notó como la tensión crecía al sentir  que el cuerpo de Ruth se endurecia  involuntariamente. Era la primera vez en muchos años que cruzaba palabras con su rival y Conchita había sido tajante. En sus palabras habia insulto, desafío y desprecio. Darío notó como su esposa dudaba. Por un lado el insulto había sido directo, pero por el otro el recuerdo de la pelea era lo suficientemente negativo como para que Ruth contuviese su lengua. 
Sin embargo, los muchos años transcurridos, las mentiras que había inventado y que en parte había terminado por creerse y las varias cervezas que llevaba bebidas en la fiesta se juntaron en la cabeza de Ruth instándola a contestar el insulto de la culebrilla con otro aún más fuerte:
---No seas creída, eres solo una putita, no me hagas reír.
Esta vez la culebrilla si miró  directamente a Ruth y las dos mujeres cruzaron miradas aceradas. La culebrilla dijo con voz amenazante:
---Eres patética Ruth. Todo el mundo sabe que te puedo y que puedo patearte ese culo caído que tienes por toda la plaza.
Ruth sabia que se estaba acercando a un punto de no retorno pero todavía podía callarse y marcharse. Sin embargo,  solo el hecho de pensarlo la hacía  arder de furia. Además los insultos y el pique entre las dos mujeres habían llamado la atención de la gente más cercana que fue formando un corrillo a su alrededor, fascinados y divertidos por el cruce de palabras de las dos mujeres.
Ruth, con su mente hirviendo de furia y rencor, pensó que ese era el momento.  Con su marido delante, con todo el pueblo mirando, era el momento de actuar. Girando su cuerpo dio a la desprevenida Conchita una fuerte bofetada con el dorso de la mano.
Conchita retrocedió varios pasos sorprendida y dolorida, llevándose la mano a la mejilla que había recibido el golpe. Por un momento todo la gente miró en silencio pero luego estalló un griterío descomunal en toda la plaza mientras unos a otros se iban informando de qué Ruth y Conchita iban a volver a pelear. Rápidamente el pequeño corrillo que se había formado alrededor se hizo grande y toda la plaza rodeó a las chicas como si se tratara de un espectáculo más de las fiestas patronales y en realidad así era.  Su primera pelea había sido recordada durante años y esta segunda prometía ser no menos intensa.
En su primera pelea tantos años atrás, llevadas por el impulso juvenil, las dos se habían se habían enfrentado como auténticas gatas arañándose, enredandose por el suelo y tirándose del pelo. Pero ahora eran dos mujeres maduras con experiencia en la vida y las dos sabían que la mejor forma de conseguir el triunfo  era no darse prisa.
Las dos comenzaron a girar en círculos estudiándose con las manos arriba en guardia y  preparadas para golpear. De pronto las dos se lanzaron una contra la otra el intercambio de golpes fue rápido y certero por parte de ambas. Conchita golpeó con su puño un ojo de Ruth mientras Ruth golpeaba la mejilla de su rival.
Las dos absorbieron bien el castigo y volvieron a atacarse. Conchita lanzó bien su pequeño puño impactando de lleno contra el otro ojo de Ruth pero la rubia teñida no se arredró y contestó con dos fuertes directos uno a cada pómulo de la culebrilla. Envalentonada por los dos golpes lanzados, Ruth avanzó rápidamente lanzando golpes de forma ahora alocada y sin control. La culebrilla por un momento pareció verse sobrepasada pero aprovechando su más baja estatura giró sobre su eje golpeando con su puño el blando estómago de Ruth. El puño de Conchita había impactado justo bajo el ombligo de su enemiga y Ruth soltó el aire como si fuera un fuelle. Inspirada, Conchita avanzó  soltando un puntapié a una de las pantorrillas de Ruth  que gritó de dolor.
 Ruth furiosa lanzó de nuevo un golpe intentando alcanzar el rostro de su rival pero la culebrilla había aprendido a separarse a tiempo y de nuevo buscó la blanda barriga de la mujer casada que recibió el golpe bufando y doblándose sobre sí misma. Aprovechando la situación Conchita giró su mano con fuerza dando un terrible bofetón  en una oreja de Ruth que sin poder evitarlo cayó al suelo rodando.
A pesar de haber derribado su enemiga la culebrilla no la atacó en el suelo. La pequeña y bella mujer no quería precipitarse y ser pillada por sorpresa. Ruth había rodado varias veces y viendo que su enemiga no se lanzaba sobre ella se puso rápidamente en pie. El vestido rosa que llevaba la rubia teñida se había roto en las axilas y sus medias estaban desgarradas por la caída pero su expresión seguía siendo igual de rabiosa y decidida.
Cuando atacó a la culebrilla estuvo claro que los golpes recibidos en el estómago habían hecho mella en Ruth porque esta llevaba la guardia baja cubriéndose el cuerpo. Cómo antes las dos comenzaron a cruzar golpes pero cada vez usaban menos técnica y aquello estaba dejando rápidamente de ser una pelea a puñetazos para convertirse en una riña de gatas. Las dos lanzaban bofetadas con sus brazos moviéndose como aspas y Conchita además lanzaba puntapiés contra las espinillas y los tobillos de Ruth. Las dos lanzaban muchos golpes pero fallaban casi todos porque se movían adelante y atrás mientras lo hacían dificultando así el poder apuntar y alcanzar el objetivo. Dándose cuenta de ello Conchita agarró  por un momento el pelo de Ruth con su mano izquierda y logró que la cara de la mujer casada quedará quieta un par de segundos que fueron los suficientes para alcanzarla con una bofetada salvaje en la boca y derribar a Ruth de nuevo.
Esta vez Conchita sí se acercó rápidamente a la derribada Ruth pero esta presintiendo el peligro lanzó una patada desde el suelo intentando alcanzar el sexo de su contraria. Por fortuna para la culebrilla el golpe de Ruth solo la alcanzó en el muslo y a pesar de ser doloroso solo hizo que retrocediera unos pasos.
Ruth se levantó rugiendo de rabia y con su vestido aún más sucio y desgarrado que antes. La pelea aún no tenía ganadora pero si fuese a los puntos nadie dudaba de a quién se le otorgaría el triunfo.
Ruth escuchó distintos comentarios del público que alababa la habilidad de Conchita y eso la enervó aún más. Ruth grito:
---Bruja de mierda, te voy a machacar.
Ruth atacó con las uñas por delante.
Conchita vio venir a Ruth y decidió que ya estaba bien de fintar y combatir con elegancia. Había llegado el momento de luchar de mujer sin reglas ni técnica.
La culebrilla se arrojó sobre Ruth con el mismo ímpetu con que su enemiga lo hacía sobre ella. Las dos se agarraban del pelo forcejeando y gruñendo. Cada una intentaba zarandear la cabeza de su contraria y arrancar el mayor cabello posible. El mayor tamaño de Ruth la ayudó y comenzó a hacer retroceder a Conchita que a pesar de tirar con saña del pelo de su enemiga iba perdiendo pasos. Para contrarrestarlo la culebrilla lanzó un arañazo alcanzando la parte frontal del vestido de Ruth  y permitiendo al desgarrarlo  que asomasen los pechos de la rubia .
Con una mezcla de furia y vergüenza Ruth avanzó abrazando a la culebrilla y derribandola. Las dos mujeres cayeron al suelo con Ruth encima y pelearon por el control con Conchita intentando salir de debajo de la hembra más grande mientras Ruth intentaba sujetar la culebrilla bajo su cuerpo.
Ruth consiguió agarrar con una mano una muñeca de la Culebrilla y ponerla el brazo contra el suelo  Pero con su otra mano la culebrilla reaccionó con velocidad aferrando entre sus dedos uno de los blandos pechos de Ruth. Antes de que Ruth pudiera reaccionar la culebrilla clavó sus uñas estrujando la teta de Ruth como si la estuviera ordeñando. Ruth aulló de dolor  y la culebrilla sin soltarla el pecho pudo hacerla girar poniéndola de espaldas en el suelo.
Con un manotazo Ruth consiguió apartar la garra de Conchita de su pecho pero Conchita había quedado montada sobre el estómago de Ruth cabalgándola.
Ruth intentó dar aConchita  de su misma medicina y sus manos se levantaron intentando agarrar las más  firmes tetas de la culebrilla. Pero la posición de Conchita montada sobre la barriga de Ruth la favorecía y pudo agarrar con cada una de sus manos una muñeca de su enemiga  impidiendo su ataque.
Entonces comenzó una auténtica prueba de energía. Conchita empujaba hacia abajo las muñecas de Ruth intentando sujetar sus brazos contra el suelo. Por otro lado Ruth forcejeaba intentando evitarlo a intentando también soltar sus brazos. Mientras lo hacían Conchita iba lentamente adelantando su posición y pasó de estar sentada sobre el estómago de Ruth a hacerlo sobre las desnudas tetas de la mujer casada. La postura era cada vez más incómoda para Ruth y a pesar de tener más fuerza que su contraria la posición jugaba contra ella y finalmente Conchita consiguió poner los dos brazos de su rival contra el duro suelo de la plaza cada uno a un lado de la cabeza de la rubia teñida.
Con un movimiento felino, Conchita adelantó sus rodillas clavandolas  sobre los brazos de Ruth e inmovilizandolos.
Entonces Ruth estalló en un ataque de rabia y furia completa. Con la Culebrilla sentada entre su pecho y su cuello inmovilizandola los brazos, las caderas y las piernas de Ruth comenzaron una danza salvaje. Sus piernas patalearon intensamente mientras intentaba soltarse,  levantando una y otra vez las caderas del suelo. Pronto sus zapatos salieron volando, entre las risas del fascinado público.
Conchita al principio se preocupó pensando que Ruth podría desmontarla y mientras la inmovilizaba agarraba fuertemente con sus manos el pelo de la mujer casada para estabilizarse mejor. Pero pronto la culebrilla se dio cuenta de que los esfuerzos de Ruth eran inútiles y de que la tenía bien controlada.
Ruth también se dio cuenta de que de esa forma, pataleando al aire y girando sus caderas, no podría escapar. Por ello se centró en levantar sus piernas a la vez para intentar atrapar a Conchita entre ellas y quitarsela de encima. Conchita esperó y durante un rato  dejó que la cada vez más agotada Ruth lo intentase varias veces y luego de pronto dirigiendo sus dos brazos hacia atrás atrapó en el aire las dos piernas de Ruth.
Conchita había conseguido sujetar bajo cada uno de sus brazos una pierna de Ruth  dejándola con los pies apuntando hacia adelante y las piernas tan inmovilizadas como sus brazos.
Ruth había quedado completamente atrapada, inmovilizada por su vencedora de manera tan completa que no podía atacar ni defenderse de ninguna forma, con sus brazos y piernas totalmente inutilizados por la sujección de la hermosa  Conchita. El cuerpo de Ruth había quedado doblado y su culo un poco celulítico ahora apuntaba hacia el cielo en una posición vergonzosa.
Conchita miraba a su alrededor con una enigmática sonrisa en el rostro mientras asentía divertida. Bajo ella, de forma apenas audible Ruth intentaba gritar algo, probablemente insultos, o quizás ya solo pedía socorro patéticamente.
Sin dejar de sonreir Conchita avanzó por última vez un poco su posición.  Sus caderas se adelantaron unos centímetros mientras su sexo se apoyaba directamente sobre la nariz y los labios de Ruth. El vestido de Conchita se había levantado durante la pelea, como el de Ruth, y ahora era perfectamente visible el triángulo de la tanga de la culebrilla apoyado firmemente sobre la boca de su víctima. Los más cercanos también pudieron ver como varios pelitos ensortijados de color castaño claro escapaban del pequeño tanga de la culebrilla rozando la nariz de su víctima.
Durante un minuto Conchita mantuvo a Ruth así totalmente atrapada e inmovilizada mientras frotaba su sexo sobre la cara de la llorosa perdedora.
 Ruth estaba tanto totalmente apresada que solo se veía como abría y cerraba inútilmente sus manos y como sus glúteos temblaban en el aire de forma ridícula. Sus caderas tuvieron pequeños espasmos con los últimos esfuerzos de la rubia para escapar de su destino.
Tras más o menos ese minuto ya ni siquiera esos movimientos fueron perceptibles pues el culo y el sexo de Conchita habían abogado a Ruth de forma tan efectiva que la vapuleada mujer casada quedó inconsciente en medio de la plaza. Los gritos y vítores del pueblo fueron estruendosos mientras Conchita se levantaba lentamente dejando en el suelo a su noqueada enemiga.
 Mientras Conchita levantaba riendo uno de sus pies y lo apoyaba entre las expuestas tetas de su víctima el aplauso fue una unánime.
La culebrilla miró hacia un lado y vio a Darío que observaba la escena como en shock, embelesado por la belleza del espectáculo primitivo que habían presenciado. Como si despertase de un sueño Darío se acercó dándose cuenta de pronto de que debía hacer algo, pues la mujer que yacía despatarrada y sin sentido en el suelo era al fin y al cabo su cónyuge.
Cuando llegó junto a ellas Darío observó que el cuerpo de ambas estaba sudado por el intenso esfuerzo. El sexo de Ruth, cubierto por unas bragas más recatadas que la tanga de Conchita, se marcaba muy visible en la prenda humeda de sudor. Darío miró entonces la radiante y sonriente cara de Conchita, que de nuevo le guiñó un ojo con picardía. Con cuidado, la Culebrilla levantó su pequeño pie del pecho de Ruth y lo apoyó sobre el sexo de su vencida enemiga,  en un gesto de dominio completo.
Dario miró la cara de su sometida y conquistada esposa. Los dos ojos de Ruth ya estaban morados y varios pelitos del sexo de la culebrilla estaban pegados por el sudor a la enrojecida cara de la perdedora.
Con cuidado Dario recogió a Ruth del suelo. Conchita, susurrando, le dijo:
---Lleva a está fea payasa a casa y dila que no espere tanto para la próxima revancha, siempre es un placer zurraria.
Dario, con Ruth colgando inerte en sus brazos como una muñeca rota, se dirigió despacio hacia su casa sabiendo que lo siguientes días serían muy duros y que tendría que enjuagar muchas lágrimas de su hembra avasallada.  Mientras cruzaba la plaza decenas de personas grababan sonriendo la escena con sus móviles, la conquista de una mujer por otra ,algo que a pesar de ser natural, nunca deja de ser excitante.






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Offline Tiberius J.C.

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Re: Mi dulce esposa II
« Reply #1 on: June 08, 2024, 06:01:10 PM »
¡ Una pelea estupenda !  ¡ y con el pueblo entero como testigo !

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Offline sugoishadows

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  • Antonio Manuel
Re: Mi dulce esposa II
« Reply #2 on: June 11, 2024, 06:22:10 PM »
buena historia Dario, un gusto verte de nuevo
I love fem vs fem, muscle mixed, stories, movies, manga.