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Guerra de cuñadas.

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Offline Dario

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Guerra de cuñadas.
« on: November 16, 2019, 06:07:37 PM »
RUTH DE NEGRO Y AURORA DE BLANCO{alt}


 
El verano es un buen momento para compartir experiencias y estrechar lazos. Por eso a Darío y su hermano les gustaba pasar los veranos juntos, lejos del trabajo, recordando los tiempos de la infancia y resarciéndose de un año ocupado en el que apenas podían verse con la calma que a ellos les gustaba.

Aquel año habían alquilado una casa que tenían cerca de la ciudad, un pequeño rancho. Entre las montañas boscosas del valle había tantas cosas por hacer… excursiones, cabalgadas, vida al aire libre y buena compañías. Aunque no todo el mundo compartía su opinión.

Ruth, la mujer de Darío, y su cuñada Aurora, no se soportaban. Elegir las amistades es un derecho, pero soportar a la familia puede ser una condena, y más cuando es la familia política, impuesta para siempre por el azar.

Ruth es una rubia pijita, que se esfuerza en mantenerse atractiva, y solo a medias lo consigue. Rubia con media melena, tiene un cuerpo correcto aunque un poco flácido, sin nada de más ni nada de menos. Su cuñada Aurora, muy poco más joven, es una morena de pelo largo, generosa en sus formas sin ser gruesa, con pechos llenos y hermosos y caderas redondeadas: el tipo de mujer que uno no puede evitar mirar.

Darío y su hermano decidieron hacer una excursión por los montes. Pasarían el día fuera y volverían para cenar. A Ruth y Aurora la idea no les apetecía, aunque menos gracia les hacia compartir un día solas, pero decidieron que ignorándose lograrían pasar un día cuando menos tranquilo.

Los excursionistas partieron con los primeros rayos del Sol. Querían gozar de un día completo en la naturaleza y, preparados con todo lo necesario, partieron contentos.

Ruth salió al jardín de verde césped a tomar el Sol y Aurora se quedó en la casa preparando el desayuno para su hijo. Al poco el niño entró llorando en la cocina, quejándose de que su tía le había dado un bofetón por molestarla en el jardín. El niño estaba jugando y Ruth, poco amante de los críos, se había enfadado.

Aurora se indignó. Nadie, y menos su cuñada, le ponía la mano encima a su hijo, pero no hizo nada salvo consolar al niño y desayunar con él.

Cuando acabó el desayuno mandó al niño a jugar con unos primos suyos que vivían cerca. Le dijo que tomara la bicicleta y no volviera hasta mañana: así podría jugar tranquilo, su tía estaría tranquila y ella podría hacer lo que debía tranquilamente.

El niño se marcho sin decir nada, y Aurora, tras avisar a los parientes de la visita de su hijo, se preparó para su tarea. Fue a su cuarto, recogió su pelo en dos trenzas y se puso unos shorts tejanos, que apenas cubrían su sensual trasero.

Así vestida, exhibiendo sus magníficos pechos, salió al jardín.

Ruth llevaba un mínimo biquini y tomaba el Sol tumbada de espaldas en la hierba del pasto que servia de jardín a la finca. Sus ojos estaban cubiertos por unos protectores y no vio llegar a Aurora, pero si que la oyó cuando ella le habló:

.- ¡Levántate, fea!

Ruth se quitó los protectores y vio a su cuñada ante ella, los brazos en jarras. Sin decir nada se levantó. Se fijó que llevaba los pechos al aire y eso para ella, que perdía claramente en la comparación, era toda una provocación.

.- ¿Tu le has pegado a mi hijo?

Ahora Ruth veía por donde iban los tiros y nunca mejor dicho …

.- Si, ¿y?

.- A mi hijo no le paga nadie, y menos que nadie tú.

.- A tu hijo hay que enseñarle respeto, y si no lo haces tú alguien debe hacerlo.

Desde que las dos se conocían habían imaginado muchas veces que llegaría este momento, pero ahora no era un sueño: las dos estaban ahí, frente a frente, a punto de ajustar cuentas.

.- Te lo repito: A mi hijo no le paga nadie, y menos que nadie una payasa como tú.

Y dicho eso le soltó un bofetón descomunal que hizo girar la cabeza a Ruth. Hecho eso dio un paso atrás. La fiesta había empezado.

Ruth, con su mano en la cara roja y dolorida, levantó la vista hacia su cuñada y le dijo:

.- Ahora veo de donde sacó el niño su mala educación. ¡Te acabas de ganar una lección!

Y se lanzó sobre Aurora, que encajó el impacto y se aferró a ella.

Las dos rodaron sobre la hierba, primero tirándose del pelo con todas sus fuerzas, luego arañándose y mordiéndose sin piedad. La humedad del césped se mezcló con el sudor de sus cuerpos casi desnudos.

Ruth logró morder uno de los pechos de Aurora, pero esta contraatacó atacando el sexo de su rival y golpeándoselo logró que la rubia cortara el ataque. Los pequeños tejanos que llevaba Aurora no eran una elección inocente: el tejido haría casi imposible que la rubia le atacara el sexo, mientras que la braguita del bikini de Ruth no era sino un blanco perfecto.

Las dos tomaron distancia. Se habían castigado, pero solo eran arañazos y pequeñas contusiones, y ni el mordisco en el pecho ni el ataque de Aurora al sexo de su rival eran ataques decisivos.

Se miraron jadeantes. Ruth se sacó la parte de arriba del bikini que apenas colgaba de su cuello, mientras Aurora reía burlona viendo las pequeñas y flojas tetas de Ruth. Y empezaron a moverse lentamente, sin perderse la mirada. Las dos sabían que aquello iba en serio, y que la perdedora lo iba a pagar caro.

Poco a poco se fueron acercando. Ruth estaba hipnotizada por los exuberantes pechos de Aurora, que subían y bajaban con la respiración de la morena. Cuantas veces había oído con rabia a su marido elogiarlos, comparándolos con los suyos, pequeños y feos a su lado.

Cuando la distancia fue mínima las dos enlazaron sus manos en un pulso de fuerza. De pie frente a frente, casi tocándose las caras, los brazos al cielo en una prueba de poder, las dos daban lo mejor de si para rendir a la otra.

Aquel momento era un desafío puro. Fuera de la pelea se estaban demostrando, cara a cara y piel a piel, cual de las dos era más hembra. Era una exhibición de fuerza y poder más que una pelea.

Ninguna decía nada, y el silencio podía cortarse mientras las dos tensaban sus músculos hasta lo indecible, para lograr rendir a la rival. Los pechos de las dos se tocaban, las tetas llenas y firmes de la morena sometiendo las blandas y caídas de la rubia.

Tras unos instantes que parecían una eternidad Aurora empezó a dominar la situación. Ruth empezaba a flojear centímetro a centímetro, y los brazos de la morena bajaban amenazando con cerrarse sobre la rubia, igual que una águila cierra las alas sobre su presa.

Pero aquello no había hecho más que empezar. Viéndose perdida, Ruth lanzó un rodillazo con la derecha al bajo vientre la morena. Esta se retorció de dolor y, soltando la presa, se dobló. La rubia lanzó un segundo rodillazo a la cara de Aurora y rápidamente, antes de que gritara y cayera al suelo, la rubia se colocó a la espalda de Aurora y con una presa le inmovilizó el brazo izquierdo al tiempo que empezaba a estrangularla con todas sus fuerzas.

Los golpes habían sido efectivos, sobre todo el segundo. Aurora sangraba por la nariz, y la estrangulación era efectiva. Mientras, la expresión de Ruth denotaba la sádica alegría que sentía. ¡Cuantas veces había soñado vivir este momento!.

Aurora se echo a un lado, y quedaron colocadas sobre la hierba, Ruth debajo, apretando con todas sus fuerzas y ahora, además, cerrando las piernas alrededor de la cintura de la morena. Su piel, habitualmente sonrosada, ahora estaba roja por la tensión, mientras que el rostro de Aurora empezaba tener un tono oscuro.

La pelea parecía decidida, con Ruth ahogando a su cuñada y retorciéndola un brazo a la espalda. La presa era formidable y solo dejaba útil el brazo derecho de la morena. Era su única oportunidad y decidió usarla.

Con la mano libre buscó el sexo de Ruth para pellizcarlo. La rubia se dio cuenta de inmediato y asustada, recordando anteriores experiencias, aflojó la presa. Esa era la oportunidad que necesitaba Aurora.

La morena lanzó un codazo con el brazo derecho que impactó en el vientre de Ruth. Un sordo grito fue la señal del éxito en el ataque. Un segundo codazo rompió definitivamente la presa y la morena, devorando el aire con avidez, salió rodando rápidamente por el suelo.

Cuando hubo ganado la distancia suficiente te levantó y miró a Ruth. La rubia también se había levantado y, tocándose el estómago, miraba a su rival. Aurora se tocó la nariz, y notó como la sangre caía, en gotitas.

.- ¡Date por muerta, puta.!

Ruth, que era consciente de la ventaja que era para Aurora el llevar los tejanitos, intentó provocar a su rival para que renunciara a su protección. Gesticulando como una loca gritó:

.- !Venga guarra¡, ¿tienes miedo? !Mujer por mujer, coño por coño¡

Y dicho esto se despojó de la braguita. Una provocación como esa no podía quedar sin respuesta y menos por parte de Aurora. Con la cara llena de odio, susurró:

.- ¿Coño por coño? Caramba, no eres tonta pero no tan pija como parecías! Prepárate, por que hoy me lo vas a comer.

Y el tejano cayó al suelo, mostrando el moreno y peludo sexo de Aurora, que contrastaba con de Ruth, apenas cubierto por una fina capa de vello rubio. Ruth se dio cuenta con vergüenza que su propio chocho parecía el de una niña al lado de la selva esplendorosa de la vulva de Aurora.

La dos volvieron a dar círculos la una alrededor de la otra, fijas las miradas en la rival. Ruth empezaba a estar preocupada por el tono salvaje que tenia Aurora. No era el aspecto, aunque la sangre vertida le daba a la morena el aspecto de una guerrera en medio de una carnicería. No. Era su determinación, su expresión despiadada, sus pechos orgullosos y aquel sexo poderoso que exhibía como una bandera de ataque.

Aurora lanzo un grito y amago un ataque por la izquierza, lanzándose sobre la rubia. Ruth intentó esquivar el golpe, pero solo para encontrarse con una brutal patada en el estómago. La rubia acusó el golpe y se encontró con la morena encima suyo, dispuesta al cuerpo a cuerpo.

Las dos rodaron por el suelo. Pegadas como estaban uñas y dientes fueron sus armas, y cualquier parte de sus cuerpos valía como blanco. La rubia atacaba con saña, con preferencia por los pechos de la morena, pero la morena no se quedaba atrás, y cada ataque, cada mordisco y cada arañazo, encontraba una respuesta cuando menos igual.

No fue mucho tiempo, pero si el suficiente para castigarse a fondo. Las dos tenían arañazos y mordiscos por sus cuerpos, mas pequeños o más grandes, pero los suficientes para doblar a cualquiera. Aurora tenía un pecho arañado pero los dos glúteos de la rubia aparecían surcados de largos arañazos, la morena había marcado bien el culo de Ruth.

Las dos sabían que así no podía acabar la pelea, y que solo habría una ganadora. Ruth sentía cada vez más fieros los arañazos de su rival e incapaz de aguantar el desafío y deseando romper el cuerpo a cuerpo, logró proyectar a su rival con una llave de piernas. Aurora salió volando sobre la rubia y aterrizó como un saco de patatas, sobre el césped.

Lentamente las dos se levantaron, y se separaron. Jadeaban exhaustas, ninguna de las dos tenia ya muchas fuerzas y la pelea se iba a resolver rápido. Las dos avanzaron directamente la una hacia la otra, lentamente y con determinación, y empezaron un salvaje intercambio de golpes. Sin ningún conocimiento de boxeo las dos se lanzaron, con toda su rabia, los golpes más duros que podían. Esquivar no importaba tanto como acertar, y recibir un golpe era el precio aceptado si se podía devolver otro.

Cada impacto hacia que sus cuerpos se estremecieran como flanes, y los grandes pechos de Aurora se movían frenéticamente, de un lado a otro, siguiendo el ritmo de la pelea. Las dos, casi groguis, se castigaban con una determinación total.

Pero eran mujeres, personas al fin y al cabo, y alguna había de ceder primero. Fué la rubia la primera en perder un paso. Luego otro. Las dos golpeaban con la misma fuerza pero Aurora encajaba mejor y golpe por golpe hacía retroceder a la rubia que cada vez se sentía más dominada. Aurora finalmente juntó todas sus fuerzas, y lanzó un derechazo que derrumbó a la rubia sobre la hierba, finalmente derrotada y casi noqueada.

Aurora miró a su rival vencida. La nariz sangrando, un ojo morado y marcas por todo el cuerpo. La pija había sido más dura de pelar de lo que pensaba, pero ella había ganado.

Se arrodilló en el suelo y tomó aire. Su aspecto era mejor que el de Ruth, ella era la ganadora, y ahora debía disfrutar del triunfo.

Se levantó y agarro de las piernas a la rubia, abriéndoselas de par en par, mirando con desprecio el menos atractivo sexo de su enemiga. Ruth empezó a espabilarse y gimió:

- ¡Me rindo, has ganado, me rindo!.

Aurora, al oír esas palabras recobró todo su vigor y su deseo de cobrarse la presa. Con una extraña mezcla de orgullo, satisfacción y odio dijo:

.- Lo se, puta, lo sé.

Y descargó un pisotón con todas sus fuerzas en el coño de la rubia, que sin apenas fuerzas para gritar se retorció como un gusano. Acto seguido la morena se lanzó sobre Ruth y sentándose sobre sus blandos pechitos la sujetó los brazos bajo sus rodillas. Con calma, sintiendo que la débil resistencia de la hembra vencida que tenía inmovilizada ya no era un problema, Aurora miró al cielo, viendo el sol en lo alto. Es pronto, se dijo, no tengo prisa en terminar.

Luego, levantando la mano abierta, dio una salvaje bofetada a la desprotegida cara de su cuñada, que se debatió un poco. Luego, cuando dio la segunda torta, Ruth empezó a llorar. Aurora sonrió cruel y volvió a abofetearla. Era todavía temprano y el día sería largo. Muy largo para la hembra inferior vencida que recibía una torta tras otra....

Cuando los hermanos regresaron por la tarde todo estaba en calma. Nadie los recibió. Entraron en la casa extrañadas y encontraron a Aurora a en la sala de la casa, vestida como si nada hubiera pasado, aunque su rostro evidenciaba que algo había pasado. Solo dijo que había tenido una discusión educativa con Ruth, quien ahora estaba meditando en un establo contiguo a la casa. Levantándose y meneando su culo superior ante los hombres dijo:

.- ¡Venga, vamos a verla!

La siguieron y al entrar en el establo vieron a Ruth "meditando". Estaba atada de pies y manos, la cabeza y el sexo afeitados y la boca cerrada por una cinta adhesiva, sobre un montón de estiércol de caballo. Sus dos ojos morados y su magullada cara de terror demostraban que había aprendido toda una lección difícil de olvidar. Entre risas Aurora se acercó a ella y le pisó la cabeza hundiendo la cara de la pobre rubia en el estiércol, mientras decía a los asombrados hombres:

---No os preocupéis, que ahora la desato y sigo con la lección para que os divirtáis un rato, jejeje........

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Offline cflover

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Re: Guerra de cuñadas.
« Reply #1 on: November 17, 2019, 12:51:44 AM »
Like Aurora destroy Ruth and like she dominate and humiliate her physically and sexually in front of Dario.

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Offline lovvycat

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Re: Guerra de cuñadas.
« Reply #2 on: November 18, 2019, 05:14:30 PM »
Continuará?  :)

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Offline Dario

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Re: Guerra de cuñadas.
« Reply #3 on: November 19, 2019, 09:11:51 AM »
Claro, si te gusta puedo hacer una continuación. Dame alguna idea o dime que se te ocurre o que querrías que incluyera. Muchas gracias.

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Offline shuni

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Re: Guerra de cuñadas.
« Reply #4 on: December 30, 2019, 01:56:42 AM »
Otra excelente historia, muchas gracias